En tu lodo boquean desprovistos los hijos de la infamia
el relato irrepetible que jamás será olvidado
por aquel que juzga los días sin retorno
rascándose la piel vacante.
Quien tiende a saber de sí como consigna,
el que admira el cielo encrespado en la superficie de los charcos
y cifra el grado de inanición sobre la faz roturada.