Bajo esas letras de ganchillo y nombre de tebeo se esconden dos personas muy cercanas al
mundo de la literatura infantil.
Papelino, el hijo del librero
Es gerente de la librería Entre Libros desde 1996, aunque su trayectoria como librero se remonta a 1987. Bajo su nombre real, Javier Soler ha realizado un sinfín de actividades de animación a la lectura en colegios, institutos, centros penitenciarios, hospitales, etc. Labor por la que fue galardonado con el premio nacional Librero Cultural en 2010 por la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Librerías (CEGAL). Si bien su labor más intensa la lleva a cabo en la librería, seleccionando y recomendando obras para todo tipo de público, en especial adolescente y adulto.
A Papelino se le ocurrió una idea, una vez al mes haría una sesión de cuentos con los títulos nuevos que hubieran entrado en la librería. Él, librero desde niño, no paraba de tropezarse con historias fantásticas, de seguir acumulándolas dentro de sí, hubiera explotado. Tronchajara se unió más tarde a esta iniciativa que comenzó en 2004.
Haciendo un cálculo rápido llevan contadas más de 1000 historias distintas.
También conocida como Cristina Escudero, es maestra en educación infantil, ha trabajado principalmente con niños discapacitados y en exclusión social, aunque en la actualidad ejerce como librera. Su experiencia como educadora la ha convertido en una excelente consejera en literatura infantil, atenta a distintas miradas.
"Ir a tronchajara”: salirse del camino y atajar campo a través (expresión típica de Baños de la Encina).
Es un espectáculo de narración oral donde los libros toman un papel protagonista. Enfocada a todos los públicos, esta sesión de cuentos muestra a dos personajes que se dejan llevar por el impulso mágico de la lectura.
Tronchajara es dinámica, divertida, dislocada… sus narraciones frenéticas contienen estribillos pegadizos que el público tarda semanas en olvidar (según nos cuentan padres, madres, profesoras y maestros). No sabemos si esto es bueno o malo, pero tiene gracia. En contraste, Papelino baila a un ritmo pausado y empujadas por el viento, sus palabras se posan para preguntarse por las cosas de la vida; preguntas que el público caza, si quiere, para encontrar sus propias respuestas.
Cualquier tema vale. En las sesiones infantiles no tenemos prejuicios. El tono directo y desenfadado de Tronchajara hace que los chicos y chicas entren de lleno en las historias, en cambio Papelino utiliza un registro más íntimo para hablar de emociones, de lo que nos pasa por dentro, qué sucede cuando alguien se enamora, o cuando algo nos decepciona, hablar del amor, de la vida, de la muerte… sin lecciones ni moralejas, sólo hay que utilizar las palabras adecuadas. En la vida y en los cuentos hay cosas que pasan y los chicos las aceptan con una naturalidad que ya quisiéramos nosotros.