Concepción Arenal no ocupa un sillón en la Academia de Ciencias morales y políticas. La única explicación que cabe es su condición de mujer. Este libro recrea el debate ante la opinión pública sostenido desde el heraldo de Madrid en 1891. Escuchamos a personalidades representativas dentro del Derecho, la politología, la sociología, que abogaron por su recepción en la Academia valorando, más allá del sexo, la solidez, importancia y profundidad de sus aportaciones. Entramos en su legado intelectual, junto a ella, aproximaciones a las tres memorias que la Academia de Ciencias morales y políticas le Premio: la beneficencia, la filantropía y la caridad (1861); las colonias penales de Australia y la pena de deportación (1877), La instrucción del pueblo (1881). sea éste un reconocimiento a la inteligencia, actividad y compromiso humano de esta gran mujer, ya cumplidos doscientos años de su nacimiento. Si queda un sillón vacío, su obra está en pie más allá de cualquier acto o protocolo externo. Ella desde su fortaleza y altura moral asumir que "la fama depende de los demás la virtud de nosotros mismos", y supo obrar en consecuencia.